NARRATIVA

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Desde hace tiempo he querido explorar la narrativa, pero me encuentro con la limitación de que cuando tengo el tiempo, los elementos y la disposición, me hace falta un tema para tratar... por el contrario, cuando tengo un tema suficientemente “fresco” y motivante como para compartirlo, me pasa que no tengo los elementos ni la disposición de hacerlo por escrito.


Una de las principales dificultades con que me encuentro al intentar narrar es precisamente la contrariedad entre ese género y el cuál utilizo (?). Creo que en la narrativa el autor se limita a exponer los hechos sin plantear su opinión... por lo menos explícitamente ya que narra los acontecimientos desde su perspectiva, influenciado por su opinión y pretendiendo influír, con sus expresiones, al receptor (lector-oyente) para que llegue a la misma reflexión que él... o que por lo menos disfrute de una buena historia.


Otra dificultad se presenta cuando platico de personajes desconocidos al receptor, ya que debo (siento la necesidad de) plantear los antecedentes del por qué me resulta platicable (digno de ser platicada) su actitud o participación en lo que estoy narrando. Esto implica que hable un poco más de cada personaje, que haga un memento para hacer una descripción breve de su personalidad (en ocasiones para el receptor tambien es necesario una descripción física para complementar y consolidar su imagen mental) lo cual no lleva mucho tiempo, pero al hacerlo por escrito me llevaría bastante tiempo y espacio... tal vez para otra publicación.


Desde que escribí “lo mío” he disfruado más de platicar acerca de mis actividades... no es que antes no lo platicara, sino que no disfrutaba hacerlo como ahora. Estoy seguro que se debe a la liberación, al hecho de ser consciente de qué es lo que me apasiona, de qué es lo mío y poder disfrutarlo de nuevo mientras lo narro, y el saber que lo vuelvo a disfrutar me provoca hacerlo aún con mayor intensidad.


Esta percepción de la vida es contraria a la que he conocido y criticado tanto: “mejor vive el que menos sabe” o como se dice: “la ignorancia es felicidad”... y me refiero a ignorancia no en sentido marginal, sino en el sentido de desconocer algo, de ignorar la “ciencia” de lo que hacemos y de los sucesos que nos rodean, como el placer de un niño al presenciar un acto de magia y la impasibilidad del adulto al saber que hay truco.


Creo que recae en falta de habilidad para asombrarse, para admirar, se cambian estos dos aspectos por el analizar y el criticar. Todo debe tener una razón lógica o todo se debe hacer cumpliendo ciertos parámetros... nuestros estándares para apreciar aumentan conforme vamos conociendo más... y para satisfacer nuestro sentido del gusto perceptivo nos volvemos más exigentes.



1 comentario:

Prieta dijo...

Alberto Cortez decía en una canción, que su madre había preferido ser ignorante para ser feliz. Yo siempre me sentí atraída por esa filosofía y creo que tiene sentido. Es como cuando voy de campamento a un bosque donde hay venados. Ya se que me voy a encontrar con ellos pero cuando veo un venado, siempre experimento el mismo sentimiento de asombro y siento algo tierno en mi interior. No importa cuantas veces vea un venado, siempre siento lo mismo y me gusta!