Sesión de socialización

Nuevamente tuve una sesión de socialización con aquel que era corto de palabras. En esta ocasión fue para tratar un asunto serio y urgente, que requería ser resuelto en cuestión de minutos, para el cual tuvo que comunicarse con  alguien más a través del radio. Saludó, esperó respuesta, preguntó sobre sus vacaciones, espero respuesta, preguntó algo más, espero respuesta y así siguió, llegó a presionar el botón solo para reírse (después de haber esperado su turno para hacerlo)… el punto es que mi asunto no se resolvió porque “la plática va para largo”, una plática basada en: pregunta - respuesta, la misma pregunta - una  respuesta similar, otra pregunta – etcétera.

Hoy estuve en medio de una charla entre cuatro mujeres, dos de ellas menores de veinte y las otras dos mayores de treinta, sin embargo  la plática fluía entre ellas, con participaciones de todas. Me sorprendía de ver cómo estaban integradas en una misma charla a pesar  de la gran diferencia de edades. Empecé a poner atención a lo que opinaban, al tipo de participaciones que tenía cada una, especialmente la de menor edad (curiosamente la que más participaba), sus intervenciones y la relación que tenían con lo que las demás acababan de decir… note que cada vez que decían algo era lo mismo que alguna de las participantes acababa de expresar  con otras palabras, y si se daba el caso de que la opinión inicial ya había sido retomada por todas (o si se presentaba la oportunidad) hacían referencia a algo que les paso, que hicieron, vieron, leyeron o les contaron, similar a lo  de sus acompañantes.

Hoy presencié tres convivencias entre personas de edades muy heterogéneas: en una de ellas se hablaba de equipos de futbol, sus jugadores, juegos y jugadas, las participaciones de cada quien eran en relación a lo que los demás ya conocían. Las respuestas empezaban con frases similares a “ya sé, y…”; otra de las conversaciones era en relación a los hijos adultos, los nietos, los esposos. La plática era del mismo tipo: lo que cada uno hacía, cómo se comparaba con lo que las demás decían y cómo todas habían vivido lo mismo de distinta manera; en mi mesa se hablaba de maquillaje con el mismo tipo de guión. Está de más decir que en ninguno de los tres grupos de personas yo tenía algo que opinar, pero intenté observar para participar, aún sin opinión significativa, y ser parte de la sesión.

No soy muy apto para hacer este tipo de comentarios ni para participar de esta forma en pláticas. Creo que una conversación real debe ser un poco más unidireccional, en donde una de las partes exponga sus puntos de vista o experiencias y la otra parte escuche. Recuerdo que un maestro de comunicación nos decía que ésta no debía consistir en tomar turnos para hablar. Coincido con él y no. Creo que para que la comunicación exista deben tomarse turnos para expresar y para escuchar, no solo para hablar, no solo para parafrasear lo que los demás han dicho ni para decir algo que todos ya conocen.

Tengo la habilidad de escuchar y expresar con otras palabras lo mismo que he escuchado, se me vienen a la mente varias anécdotas que me pueden servir para expresar lo mismo que los demás, puedo platicar lo mucho o poco que sé de cada tema sin importar que sea conocimiento general… pero eso no me sabe a plática…

 

ESPECTADOR/OYENTE/LECTOR: No, es que eso no tiene sabor de conversación… (seguido de una risa burlona e irónica)


P.D. Prefiero participar en discusiones o escuchar las anécdotas.

1 comentario:

Prieta dijo...

Aquel que tiene la habilidad de escuchar y expresar, debería entender que con estas habilidades se puede participar en todo tipo de pláticas y se puede encontrar el sabor a éstas y hasta lograr obtener el resultado deseado.

En alguna ocasión yo me quejaba con mi jefe de que no me gustaba asistir a las juntas administrativas porque no se resolvía nada y solo era una perdida de tiempo para mi. Cuando el me pregunto porque, le dije que siempre se hablaba de lo mismo, que muy a menudo los participantes usaban la junta para hablar de lo que les gustaba, de lo que no les gustaba y, muchas veces se distraían con temas personales y todos decían lo mismo o incluso unos ni participaban. De esta manera no había reto para mi. Su respuesta fue decirme que encontrara el reto tomando el control de la junta. "Observa a todos me dijo, escucha y aprende a hablarle a cada uno en sus propios términos. Desde el principio diles el objetivo de la junta. Si se distraen con conversaciones personales, se cordial pero retoma el tema con tu habilidad de palabras. Así conseguirás lo que quieres y te sentirás satisfecha de el tiempo invertido". Me he valido de esta enseñanza muchísimas veces en mi trabajo y fuera de el. Si tengo un propósito, lo cumplo porque lo cumplo! Yo tengo el poder no el otro.

Hay de pláticas a conversaciones- En algunas reuniones sociales las platicas son tan superficiales que hasta me relajan . Cuando un grupo de personas con tipo de vida similar se reúnen, las conversaciones casi siempre terminan siendo de lo mismo pero diferente (o sea, en otras palabras). Para mi, el que se repita la misma cosa con un cuento diferente, no es mas que el confirmarse el uno al otro que pensamos igual, que vivimos igual y que, quizá, por eso somos amigos, o conocidos que nos gusta convivir y compartir el momento. Pero claro, siempre va a haber alguno que sabe más, que ha leído más, que ha viajado más, o vivido más. A éste, si se va a ver envuelto en este tipo de reuniones, le tocara echar mano de sus habilidades para disfrutar del momento. Tal vez compartiendo un cuento nuevo con los demás, o tal vez observando y escuchando y, aunque no se tenga nada que opinar, seguramente habrá algo que aprender o sacar de la superflua plática (como el tema para una pagina de blog).

♥mb