“Lo mío”… o cómo influyen mis amigos y lo que comparto con ellos en mi autopercepción.


En algunos momentos sí me sentí mediocre…  

Recuerdo a un amigo que ha hecho varios cambios de actividades y de gustos musicales  durante los años que compartimos: de futbol a basquetbol a billar a tenis a dominó a lucha libre; de productor a camarógrafo a editor a cocinero a chofer a guardaespaldas a contador a cobrador a vendedor a cocinero a repartidor a pintor a cocinero; de rap a rock a banda a hip hop a pop. Lo interesante es que en cada una de estas actividades y gustos se adentró a tal grado y con tal intensidad que llegó realmente a disfrutar, crear y marcar algo, dejar su huella… trascender de alguna manera.

Otro de mis amigos, en busca de un pasatiempo agradable y retador, entretenido y estimulante, exigente y gratificante, practicó diversas actividades, atendió varias sugerencias, siguió los gustos de sus amigos, se mantuvo abierto a las oportunidades, sembró intereses… lo admirable es que se apropió de cada pasatiempo que practicó con semejante determinación y deleite que superó en habilidad a quien lo indujo y a su vez indujo a sus amigos a interesarse por sus intereses. Dato curioso es que hoy que dio con su pasatiempo buscado lo comparte sólo esporádicamente con sus amigos.

Otra de mis amistades, cuando la conocí, tenía muy marcada su personalidad y la forma de relacionarse con la gente, de comportarse ante figuras de autoridad, de exigir con respeto y razón; compartía sus pensamientos e ideas interesantes e informadas muy claramente y con la seguridad y certeza  de quien ha desarrollado una idea hasta explotarla y dominarla para poder compartirla e impactar. Durante  el tiempo que  conviví  con él fuimos notando cómo  su personalidad se transformaba hacia un “eclectismo” de las personas del grupo cercano, lo entendimos como un proceso natural resultado de la convivencia durante periodos de tiempo constantes y prolongados. Pero después pude observar un cambio del mismo tipo cuando conviví con él en  otro ámbito: en esta ocasión pude notar incongruencia con su filosofía de las relaciones sociales.

Recuerdo una película de un trabajo italiano en el que los integrantes de una banda comparten con sus compañeros el sueño que cumplirán con sus ganancias, excepto uno de ellos. Éste los traiciona y se queda con las ganancias de todos y, como no tenía un sueño propio que realizar, decide llevar a cabo los sueños de sus ex compañeros para sí mismo.

Descubrí que a mí me ocurre un poco de lo que a cada uno de ellos. Hasta hace unos días seguía sintiendo mediocridad-envidia por comparar mis logros con los de otras personas en lo que es su especialidad, en “lo suyo”. Algo como cuando el campeón de Ajedrez le ganó al campeón de Lucha grecorromana… De repente recomprendí (metafóricamente) en qué estaban compitiendo…

Tengo un amigo al cual le admiro su naturalidad cuando se trata de mostrar su aprecio reconocimiento admiración por los logros y cualidades de los demás, además lo considero calificado para valorar (coincido con sus estándares). Él, con su natural sinceridad, me dijo (como si yo fuera consciente de ello) qué es “lo mío”. Es algo del mismo ámbito que “lo suyo”, pero me encendió la mecha de enfocar el análisis de mis logros en “lo mío”. Noté que es algo que solamente comparto con personas muy allegadas a mí o en esos momentos en que las circunstancias me hacen aumentar la emoción que sentí al hacer “lo mío”. En ambos casos lo comparto mediante narraciones, no lo vivo con ellos y creo que en eso consiste el sentimiento que yo tenía.

Ese fue mi pretérito imperfecto.

 

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