Sociabilidad… o Carta a un hermano.

Existen varios tipos de relaciones entre las personas: de padre-hijo, de maestro-alumno, de patrón-empleado, de vendedor-comprador. En cada una de estas relaciones uno de los personajes tiene mayor, si no es que única, autoridad sobre el otro.

Desde que somos niños, y nos encontramos en un mundo dominado por los adultos, nos vemos involucrados en este tipo de relaciones, iniciadas en el ámbito familiar. En el caso de los niños, antes de la edad escolar, una de las formas de socializar que más impacto tiene en su forma de concebir las relaciones interpersonales, es la que corresponde a los hermanos.

Se podría creer que la convivencia entre hermanos implica un tipo de relación diferente en el que no interviene la hegemonía, pero debe considerarse el hecho, muy común, de que los padres otorgan a los hijos mayores la “responsabilidad de protección” hacia sus hermanos menores, hecho que se acrecienta en la edad escolar, creando así un falso sentido de superioridad o inferioridad.

El problema no reside en haber tenido este falso sentido, sino en no haberse dado cuenta, en la edad adulta, de que es falso, creando así una dependencia hacia las relaciones en las cuales existe la superioridad o dominio de alguna de las partes involucradas. En el peor de los casos esta dependencia lleva a una ruptura con las personas con quienes se podría mantener una relación de pares, es decir, en la que ninguno domine al otro o intente hacerlo, llámense hermanos, amigos o pareja.

Estas rupturas siempre son subconscientemente voluntarias. Lo podemos ver en parejitas de secundaria que se la pasan muy bien… discutiendo y peleando por tonterías, pero juntos ya que está satisfecha su necesidad de dominar o ser dominados y se alimenta su falso sentido de superioridad o inferioridad.

Con los amigos –los verdaderos amigos– la relación hegemónica simplemente no existe, no puede existir. La amistad y la hegemonía son términos distintos, diferentes, antónimos, opuestos, inversos, contradictorios, antitéticos, contrapuestos, antagónicos, paradójicos, desiguales, dispares… Quien no logró comprender que el sentido de superioridad o inferioridad es falso, perseguirá relaciones preponderantes hacia, o de, las personas con quienes pudo haber establecido una buena amistad, si lo consigue no se podrá considerar amistad y si no, simplemente se aleja y sigue diciendo que son amigos.

Con los hermanos es necesario comprender la diferencia que hacen los años. Cuando se es niño, tres o cuatro años de diferencia entre hermanos realmente es diferencia, la autoridad de uno sobre el otro es real porque el menor se la concede al mayor. Pero llega un momento en el que el paso de los años hacen una diferencia distinta: ahora los dos son adolescentes o adultos, son iguales, son pares. Si ninguno de ellos lo advierte, o solamente uno, la relación de hermandad no se podrá dar y se perderá la comunicación al igual que con los amigos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la relacion entre hermanos no solo se basa en los hermanos en si, en ocasiones depende mucho de las opiniones externas que pueden afectar a el acercamiento continuo....